dijous, 18 de juliol del 2019

TFG: Alliberament de la persona, 9 (defensa)

Aquesta entrada d'avui dóna continuïtat a la de 15 de desembre passat amb el títol "TFG: Alliberament de la persona, 1" i següents sota el mateix títol. Representa a més a més, el final d'aquesta sèrie d'entrades. 

Totes elles estan en castellà en ser el treball de final de grau de Ciències Religioses presentat a la Facultat de Teologia de Granada.

El índice del trabajo es el siguiente:

Dedicatoria  
Introducción
1. El don de Dios que es el mundo
2. El don de Dios que es la persona
3. Revelación de Dios en la historia
4. El don y el misterio que es la Iglesia
5. Cadenas a las personas
6. La verdad liberadora de Jesucristo
Bibliografía


La entrada de hoy corresponde a la sesion de defensa del trabajo en la Faculta de Teología de Granada, el pasado 26 de junio. Y quiero hacer un pequeño resumen de mis impresiones, aunque todo fue muy rápido, 15 minutos de exposición por mi parte y 15 minutos de diálogo con los profesores miembros del tribunal.

El mes de junio pasado acabé, con la defensa del Trabajo de Final de Grado (TFG) los estudios en ciencias religiosas, 6 intensos años en los que he puesto orden en mi fe y en mi ser cristiano comprometido. Como tema escogido la liberación que representa la propuesta cristiana: el evangelista pone en boca de Jesús “La verdad os hará libres” (Jn 8,32) dirigida a quienes le seguían. Y quise enfocarlo en las personas –también criaturas e Hijas de Dios– que integran en su ser personal alguno de los adjetivos de las siglas LGTIB+. 

Evidentemente el tema está de actualidad por diversos motivos: la propuesta cristiana aspira a actualizarse de forma continua en todo tiempo, lugar y cultura, y lo LGTIB+ ya no puede obviarse como antaño; segundo, los 50 años de los hechos de Stonewall (Nueva York) que son semilla del mayor periodo de aceptación de las personas LGTIB+ y de sus derechos, pese a que aun quede mucho por conseguir; y tercero, el tiempo que vivimos de confrontación entre dos formas de entender la antropología. Son prueba de ello en el ámbito eclesial, el sínodo de obispos sobre la familia de 2015, las diversas palabras y acciones del Papa Francisco, el preocupante tema de los abusos sexuales, vinculado al celibato y al secretismo generalizado, el reciente y duro documento 'Varón y mujer los creó', publicado por la Congregación para la Educación Católica; pero también propuestas de cara a un entendimiento como son “La parella humana”  del jesuita Pep Baquer o “Tender un puente” del también jesuita James Martin. El TFG que defendí iba en esta misma línea.


El trabajo realiza un camino de lo más amplio a lo más concreto, empezando por el don Dios que es la creación, el mundo en el que vivimos, aquel en el que en el momento de la creación “estaba bien” según el Génesis (Gn 1,10.18.21.25), siguiendo por el don también de Dios que es la humanidad y que somos cada uno en nuestra singularidad concreta, y que se nos define como “muy bien” (Gn 1,31) para repasar sobre el cómo entendemos que se nos revela el Dios cristiano de una forma cercana, amorosa, familiar como “Abba” (Gl 4,6) lejos de lo majestuoso e hierático de otros dioses, también a menudo de forma misteriosa e incomprensible.  Finaliza esta parte hablando de la Iglesia, también como don y misterio, sacramento que acerca la divinidad, católica, apostólica pero también excesivamente romana, clerical y jerarquizada (LG18-29) pese a haberse autodefinido como pueblo de Dios (LG9-17) en el Concilio Vaticano II, en 1964, en época cercana a Stonewall. 

La segunda parte  presenta un conjunto de cadenas –personales, sociales pero también eclesiales– que fácilmente nos oprimen sobre todo si no somos conscientes –en un sistema global, en el que prima lo virtual por encima de lo real y que tiende al capitalismo exagerado, herencia de un europeísmo occidental en decadencia– y, finalmente, lo que la propuesta cristiana ofrece a partir de Jesús el Cristo.  

El día de la defensa ante el tribunal, en Granada, nos encontramos frente a frente cuatro personas de Iglesia, tres en su papel de profesores y quien esto escribe, como alumno. El tribunal lo formaban dos sacerdotes y una monja, uno sobriamente vestido con alzacuello y el otro de camisa veraniega y vaqueros. Ella sin hábito y vestida como cualquier mujer de su edad. Las preguntas del presidente del tribunal y tutor, dentro de lo previsible pues ya habíamos intercambiado previamente puntos de vista. Me preguntó por la “I” i el “+”de las siglas del movimiento –intersexual, lo que antiguamente se conocía como hermafrodita, y el + como inclusión de otras tipologías: transexuales, transgéneros, asexuales, pansexulaes, poliamorosos…–  y expresó su preocupación por que el TFG hubiera llegado al centenar de páginas cuando la demanda era solamente de 50. Mi respuesta fue que me parecía más importante enfatizar la realidad de las personas desde la teología y las normas que no al revés.  

Las reflexiones y preguntas del otro sacerdote fueron también sobre la distribución de páginas y del tiempo dedicado a la presentación oral a lo teológico (3’) y a la temática LGTIB+ (12’) –eso es que cronometró– y sobre la relación entre tradición, escritura, magisterio y realidad. Intuí la importancia que, como persona sacerdote, da a la teología y al magisterio. 

La hermana prefirió no plantear pregunta alguna, simplemente reflexionó en voz alta: se alegró de poner cara al nombre del autor, alabó la valentía del tema así como algunas de las modernas referencias utilizadas –films y redes sociales– y manifestó, de forma discreta pero realista, haberse sentido apartada también en algunos momentos, discriminada como mujer en la Iglesia. Al acabar incluso se me acercó y comentamos agradablemente sobre algunas personas en común a partir de nuestras congregaciones. 

Cada uno, escuchó desde su propio ser –imposible hacerlo de otra forma pues los sentidos son las únicas formas que tenemos de relación con el exterior– y objetivó desde su propio ser –la razón, el corazón, alma, fe, nuestro “yo profundo” es la única forma que tenemos de filtrar y juzgar lo que los sentidos nos proporcionan–, lo que presenté en la defensa. Finalmente se pusieron de acuerdo en una nota: un 9. El punto que falta para la excelencia la pusieron dos personas cercanas, un@ adolescente y un sacerdote ya de edad, que avanzaron a lo largo de este tiempo en su asunción personal.

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